Trayecto entre Kerman a Yazd.

Comienza nuestro sexto día de viaje, toca despedirnos de Kerman, donde tanto hemos aprendido y la que dejamos con un grato recuerdo. Atrás quedan la ciudadela de Rayen, el Santuario de Shah Nematolallah, el hamman Ganjali-khan, el Gran Bazar, la biblioteca, los depósitos de hielo y otros lugares de gran interés que hemos visitado en esta enigmática ciudad.

Tendremos un trayecto largo hasta nuestro próximo destino, 368 km. separan  Kerman de la tradicional y conservadora ciudad de Yazd, que se encuentra en el centro del país. Pasaremos por Rafsanjan y Anar como centros más importantes en esta ruta y haremos varias paradas para conocer la vida de los iraníes, donde nos espera una agradable sorpresa en Mehirz, pero esto os lo contaré en la próxima entrada del blog.


368 Km, que recorreremos entre  montañas y desierto.  Hasta el S. XX, se construyeron carreteras y líneas de ferrocarril a través de las montañas para conectar unos centros poblacionales con otros, que anteriormente quedaban aislados. La trashumancia era el medio de contacto entre estos núcleos, debido al movimiento de ovejas y cabras, se hacía a través de caravanas que seguían rutas atravesando brechas y pasos en las montañas. Irán es un país montañoso, el paisaje está dominado por las montañas, que separan unas mesetas de otras. 

En nuestra ruta podemos admirar las cadenas montañosas, que separan el oeste del este de Irán, acercándonos a Yazd la cordillera Shirkuh y la cordillera Kharanegh, pero de Yazd  os hablaré en próximas entradas,  es una de las ciudades que requiere varias para ella sola.

Pero a veces el camino es el mejor método para conocer y disfrutar de las historias, no solo de los viajeros que te encuentras en él, sino los que te acompañan, los que permanecen contigo durante todo el viaje. 

Y es que los viajes tienen esa facultad, que vayas dónde vayas, los recuerdos de los lugares permanecen junto a las personas con las que lo compartes. Como diría T. S. Eliot "Es el viaje, y no la llegada a destino lo que importa"


A unos 30 km de Kerman, empezamos a divisar campos y campos de Pistacea vera,  vulgarmente conocidos como pistacheros, que resaltan sobre las áridas tierras desérticas, pero lo que más llama la atención es el color rojizo de su fruto.



Los frutos secos en Irán son una delicia, existe una inmensa variedad: nueces, avellanas, piñones, uvas pasas, exquisitos dátiles y por supuesto sus pistachos. 


Estos últimos, famosos por la infinidad de tamaños, tipos y aromas, ya que son expertos en aderezarlos con todo tipo de sabores, pistachos al limón, a la lima, a kechut, picantes, teñidos de rosa, la variedad es infinita y las tiendas son un auténtico placer para la vista.


Lo cierto es,  que se convirtieron en el tentempié favorito, junto a las gominolas de nuestros  trayectos en el autocar.

Los iraníes además de aperitivo para el té, los utilizan en platos culinarios, postres y helados, estos últimos también famosos en Irán.

El helado tradicional iraní es uno de los postres más antiguos y famosos de todo el país. En la elaboración se utilizan ingredientes como: leche, huevos, azafrán, agua de rosas, azúcar, vainilla, harina, aloe vera, nata y pistachos.


Y mientras viajas, es interesante mirar a través de la ventanilla,  como viven las personas, como trabajan, como viajan.

Observar las ruinas, las casas de adobe abandonadas, tal vez por dejar el campo y desplazarse a la gran ciudad, como ocurre en otras partes del mundo.



Vislumbrar los vagones del tren sin pasajeros, posiblemente repletos de petróleo,  debido a la cercanía de las zonas petrolíferas del Golfo Pérsico.


Observar las montañas aún nevadas,  a pesar de los 37 grados que tenemos en el exterior, dan una idea de la altitud a la que nos encontramos. 
 
 
Observar las mezquitas, construidas al lado del camino para que el viajero pueda rezar con orientación  a la Meca.


O los grafitis de los mártires que murieron en la guerra contra Irak, pintados sobre los muros descorchados.


Observar las formas y los colores de las montañas del desierto, que no deja impasible a nadie.

 
Observar a los vendedores ambulantes y a los viajeros que paran para comprar.

 
Porque en la carretera hay vida y todas esas vidas cuentan historias, la historia de un país con gente sencilla, trabajadora,  amable, hospitalaria, que se ha acostumbrado a vivir al día, a vivir el presente.
Porque prefieren olvidar el pasado.
Porque el futuro no saben lo que les espera.
Porque toda la riqueza natural de este país, no le han hecho sus vidas más sencillas. 
Porque han sido precisamente estos recursos disponibles, los que le han generado que vivan en guerras y conflictos y no solo con sus vecinos, sino con los que por ser más grandes se creen con derecho a todo.


Textos ✍🏼 y fotografías 📷: María Carrión 💫


Sígueme en próximas entradas sobre Irán en aspirante antropóloga 😉

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